lunes, 11 de octubre de 2021

En la arena de babel (Reato sin body swap, anuncio)


 En medio de un inmenso desierto, una horda de hombres avanzaba en manada, caminando por la pálida y extensa arena.
Cien hombres y cien mujeres avanzaban a través del desierto, caminando sin descanso.
Mientras del otro lado del mismo desierto otros avanzaban junto a sus hermanos, dirigiéndose hacia ellos, cien hombres o quizás más. Y uno de ellos, el más fornido e inmenso iba frente a todos, quien avanzaba tan rápido como cada uno de sus hombres, todos ellos portaban un arma, espadas, lanzas, bastones largos y algunos incluso, algunos de ellos tenían armaduras de cuero que les cubría y el hombre que iba frente a ellos también portaba una, igual que sus soldados.
Frente a la primera horda de hombres iba un rey, no portaba corona ni nada de oro que mostrara su fuerza, solo era él quien los guiaba, mirando enfrente sin detenerse.
En el vasto desierto, la arena que los separaba a cada pie que caminaban se hacía menos e inevitablemente ambas hordas se encontraron, todos se detuvieron y cuando ambos hombres de enfrente se vieron, ellos hablaron.
                — Te veo aquí y ahora, rey sin pueblo, avanzas ahora desprotegido y sin lugar al que ir o al que volver, sin rumbo y sin patria, deseando encontrar el paraíso que por tanto tu gente a creído, pero a pesar de las desgracias que han pasado tu gente no se rinde, ni tu tampoco. Tan solo mira atrás tuyo rey sin reino ¿que no vez lo que ahora sufre tu gente? Caminan sin un rastro y sin un verdadero rey al que servir. Piensa en tu gente cuando te hablo y junto a mi te daré un lugar, sentado a mi derecha estarás a salvo, tú y tu gente terminaran con sus desgracias y verán un brillante atardecer.
El rey frente al gran hombre poso firme y con el pecho afuera, saco una navaja de algún bolsillo que guardaba y con esta apunto al cielo.
                — Yo, Nkidu, Pastor del pueblo que no se detiene te habla a ti, rey guerrero. Mi pueblo y yo seguiremos avanzando, nosotros por ser el pueblo que no se detiene porque lo que buscamos es más grande de lo que a ti o cualquiera de ustedes les parece, porque nuestro propósito prevalece sobre lo que a nosotros nos concierne. Y tú sabrás y entenderás que nuestras victorias aun que difíciles de alcanzar parecen no es el fruto que nosotros degustaremos, será un reino que nuestros hijos puedan engrandecer y con el por fin poder tener esa paz que a sus padres les fue negadas. Por esto te pido ahora rey guerreo, que te apartes del camino, porque mi pueblo no se detendrá y si alguno se cae el de atrás no se detendrá por que el paraíso sigue ahí esperando nuestra llegada.
Al terminar el rey sin pueblo bajo su cuchillo y lo enterró en el suelo, luego de eso extendió su mano al rey guerrero ofreciéndole la paz. El rey guerrero levanto su espada al sol y de la misma forma la enterró en el suelo. Luego extendió la mano a su semejante pero él no cedió ante la paz.
                — Tu pueblo ah sido el centro de burlas y humillaciones, ha caído en infortunios y dolores, malestares desmedidos de los cuales cualquier otro pueblo hubiera cedido. No entiendo sus razones y ahora que las eh escuchado me parecen lamentables, no entiendo lo que buscan y su paraíso está más lejos de lo que parece, por que se que afuera no hay otra cosa que arena e incertidumbre. Yo soy generoso, les extiendo la mano y les doy mi caridad, les ofrezco mi reino y mi ciudad ¡para que tú poblar y el mío se regocije en una gloria que nos pertenecerá a todos!
Y el rey sin pueblo soltó su mano y recogió su cuchillo de la arena, luego lo guardo en su bolsillo.
                — De ser así te pido entonces que te apartes de nuestro camino, el resto dependerá de nosotros como siempre lo fue.
El rey guerrero recogió su espada del suelo y le apunto al rey sin pueblo.
                — Tus exigencias no me parecen coherentes, ahora mismo mi pueblo se dirige a la guerra y por mera fortuna me encuentro con tu pueblo que también ha sido víctima de las burlas que otros se han atrevido a lanzar contra los míos, marginados y vagabundos albergo y ahora que tenemos la fuerza de los dioses, nosotros, el pueblo que ha sido abandonado tomara por su cuenta lo que se les fue negado, juntos nosotros conquistaremos el mundo y si tu pueblo se nos uniera seriamos invencibles, por eso te extiendo la mano, oh rey sin pueblo, porque ambos conocemos las desgracias de la naturaleza humana, por eso mismo levanto ahora mi corazón ante dios y de rodillas te pido, oh rey sin pueblo, que juntos tomemos lo que nos pertenece para que así al fin seamos dueños de nuestro propio destino.
Y el inmenso guerrero se postro ante el rey sin pueblo y de rodillas extendió su mano.
Y el rey sin pueblo no respondió su gesto.
                — Tentadora es tu oferta, pero me dirijo a ti, de la misma forma con la que tú ahora lo haces, yo soy el Pastor del pueblo que jamás se detiene, y ahora mismo comparto con todos los míos las mismas ideas con las que empezamos esta odisea y como te lo dije antes, mi pueblo no se detendrá hasta encontrar el paraíso que se nos fue prometido, así que con mi mas grandes condolencias y el dolor que soportare por negarme un amigo como tú, te pido que te apartes del camino porque lo que buscamos nos supera a nosotros y también te supera a ti.
Con recelo y frustración el rey guerrero se levanto y tomo su espada del suelo, apuntando al rey sin pueblo advirtió.
— De aquí en adelante las tierras que acontecen son mías, nadie pasa si no es como amigo o enemigo, y si rechazas mi generosidad, cuando tú y tu pueblo atraviesen esta línea serán como enemigos.
Y el rey guerrero dibujo una línea en la arena usando su espada y toda la gente observo, y todos temblaron por esta acción, y dios solo observo.
El rey sin pueblo, levanto su voluntad en contra de quien ahora se proclamaba su enemigo, saco su cuchillo y lo levanto al sol, su dios, y con valor grito a los cuatro vientos y su pueblo lo escucho, apartaron a los niños y todos corrieron a la muerte que enfrente les veía.
El rey guerreo levanto su espada igual de valiente que el rey sin pueblo y su gente también le escucho y todos corrieron ante la guerra, la muerte que les vio.
Todos ellos que portaban armas corrían decididos a matar en nombre de su pueblo, su fuerza venia de su ira con la que deseaban robar, veían frente a ellos a al pueblo enemigo no por que fueran verdaderos enemigos, sino por que como un obstáculo ellos le negaban su ayuda, cruelmente dejaban de verlos como sus semejantes y sin dudarlo los convertían en los autores de sus desgracias, entonces ellos corrían con fuerza y coraje, un coraje aplastante con el que sus espadas se cargaban de una fuerza inhumana con la que decididos a combatir gritaban el nombre de su pueblo engrandeciéndolo sin límite alguno, porque para ellos solo existía un camino que les llevaría a la gloria, vivas como la violencia con la que encarnando su odio reflejaban brutalmente. Y cada uno de ellos cargando en su espada ese incontenible azote gritaba guerra, solo porque sus enemigos como obstáculos les impedían la victoria y solo por eso ese azote caería ante ellos.
Y ese pueblo, el pueblo sin nombre, el pueblo sin rey ni rumbo, aquel pueblo que fue humillado ante todas barbaries por pueblos engrandecidos también corría a la muerte, gritaban en nombre de su razón y con coraje mostraban que lo que ellos creían también era una realidad, eran sueños que lejanos y aun que imposibles ellos creían porque eso era lo único que les quedaba. Hubieron pasado por tragedias tan desagradables que cualquiera hubiera cedido, pero ellos creían en su paraíso y era lo único que de verdad les movía, por eso gritaban ahora y corrían a una batalla que seguramente no ganarían, porque qué  hombre no mata por una idea que es su todo para él, que es lo único por que vive y su propósito existencial, un futuro suena prometedor pero un futuro incierto, una pequeña posibilidad parecía inútil, pero aun con eso, su fe en ese paraíso les hacia corre hacia adelante, sin armas ni fuerza, solo su voluntad.
Ambos reyes que enfrente cabalgaban contra corrientes comprendían sus ideales, cada uno corrió contra su enemigo, llenos de esa fuerza que cada uno le llenaba el alma y les daba sentido al seguir su camino.
El rey más joven, el rey sin pueblo que solo portaba un cuchillo se lanzo contra el inmenso guerrero apuntándole a su hombro izquierdo, el rey más grande de inmediato se movió y sin apenas esfuerzo lo esquivo, el rey más joven cayo con un golpe en la espalda que el rey más viejo le propicio luego de su precipitado ataque. Cayo en el suelo y su boca se lleno de sangre por la fuerza que el rey más grande tenia.
                — Y con esa fuerza te atreves a desafiarme. No eres nada rey sin pueblo, no puedes ni acertarme un golpe y ya estas sangrando. Tu orgullo te llena de desgracias y mira ahora lo que ha causado.
Y el Rey sin pueblo levanto su mirada del suelo y miro a su al redor. Su pueblo combatía feroz mente contra todos esos hombres que con armas los mutilaban, gritaban al cielo y su fin parecía próximo, pero ellos no se rendían y con la misma voluntad con la que se lanzaron a la muerte peleaban, ellos peleaban con esa fiereza latente y fugas que aun sin entenderlo los hacía fuertes.
Los mismo hombres contra los que peleaban eran acribillados con piedras y puños, hombres y mujeres eran asesinados pero también desataban su fuerza contra los mismo que les asesinaban, y entre sangre y peleas la muerte se hacía presente, destripando a hombres y mujeres con filosas espadas, noqueando a otros con piedras y bastones, y atravesando a el resto como peces entre lanzas. Los hombres con armas que caían terminaban cediendo sus armas y muchas de estas eran recogidas por el pueblo que no se detiene y con apenas fuerza ellos volvían a asesinar al otro pueblo, y esto se repetía sin parar, dejando el suelo lleno de hombres y mujeres.
                — Tu pueblo muere y no podrás hacer nada para salvarlos.
El rey guerrero sostuvo la cabeza del rey sin pueblo y le mostro como todos eran masacrados, como en la batalla el fin de su odisea dio lugar al principio de una nueva historia, y el rey sin pueblo lloro, aquel apodado pastor vertió sus lagrimas de dolientes fuerzas en la arena seca del desierto donde jamás fueron vistas otra vez. Luego de eso, el pueblo que no se detiene murió, aun con su voluntad sus muertes fueron inminentes, aun cuando ellos lograron luchar con tal voluntad por su gran existir no fue suficiente y el último hombre del pueblo que no se detiene miro las desgracias que la maldad de un dios permitió, y aun con lagrimas sus últimas palabras fueron oídas por todos quienes cerca de él se encontraban.
                — El paraíso existe. Se que el paraíso existe, pero está lejos de nuestros ojos, yo soy el pastor que los guiaba pero fui ciego y ahora sufro mis desgracias por lo que mi arrogancia trajo, pero algún dia, un hombre encontrara el paraíso, una ciudad en la que habrá paz y nadie sufrirá mas, donde la libertad existirá para cada uno de nosotros y será nuestra, y cada uno tendrá la felicidad y dolor será calmado apenas nazca. Sé que el paraíso existe y algún dia un hombre lo encontrara, y nuestros hijos lo gozaran y se regocijaran en esa abundancia que nos pertenecerá a todos.
Y el rey guerreo le vio con tristeza, y con su espada le atravesó el pecho, parando su corazón y jamás volvió a latir como alguna vez lo hizo, pero aun con eso su espirito no murió.
                — No te olvidare amigo, en cualquier otro lugar habríamos sido colegas, pero el destino y dios nos puso en contra, ahora muere y descansa, porque ese paraíso que deseabas será verdad, porque yo lo construiré de las cenizas que queden de los reinos que con tiranía nos oprimen.
Y levanto su espada con una gran voluntad y el cielo lo miro, y junto con cien hombres mas ellos caminaron a la guerra.
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Si esperan un anuncio largo no lo habrá jaja pronto escribiré una nueva historia de body swap  asi qeu atentos amigos.

miércoles, 8 de septiembre de 2021

El día que el sol. (Relato sin body swap)


Ah pasado un tiempo y eh narrado el principio de mi travesía atreves de mis salvajes pensamientos y por sobre todo nada como lo que ahora contare me ha asombrado de verdad. Eh vivido dolencias y eh estado inmerso en incontables peligros, ninguno digno de contar, mi sendero color miel es neutral y solo ah sido muestra de la actitud verdadera de la naturaleza del mundo contra el hombre. No sé si eh madurado pero eh vivido más en este tiempo que todo lo que en mi castillo lo hice, aun en mi inexperiencia vivo en soledad, avanzando sobre mi dolor inmundo, soportándolo por las meras ansias de vivir.

Y aun que esto sea mi camino no ah sido lo único que pueda contar en con mis palabras que ahora usare para narrar lo siguiente.

Hace poco encendí una fogata, eh tenido miedo de la oscuridad por la soledad que ella tiene. El fuego era cálido y suficiente, sentía sueño por él y quise dormir. Entrecerraba los ojos cuando en los arboles ruidos llamaron mi atención, no estaba seguro así que dude. Vi la luz que tenían y tuve miedo. Pensé en la muerte y lo que se de ella, en mi ignorancia bruta y en lo poco que asumía para mi mismo como verdad, era un señuelo de mi mente que dejaba al aire mis miedos, salían a pasear por los arboles y volvían a mi despreciando mi valor.

Tambalee un poco hasta levantarme con avidez. “Era un animal” creí, tal vez pensé en algo diferente a lo que conozco, o hasta en una criatura desconocida, imagine una y mil cosas pero todo antes de que ello se acercara a mí. Y cuando al fin lo hizo la luz de la fogata revelo a un hombre, anciano y delgado, era esqueleto en vuelto en cuero, andante por el bosque, llevaba trapos y harapos por ropa, se arrastraba sobre la tierra dejado ver su calva reluciente por la suciedad de su cabeza, sus pelos blancos tocaban el suelo, acariciándolo como un toque de la mano por la seda de un vestido, el apenas podía levantar su esquelética mano y con mas esfuerzo le siguió su rostro, su apariencia desgastada y envejecida me asustaba, no tenia dientes lo pude ver por su sonrisa al mendigarme un poco de comida, en sus ojos había compasión, tristeza y tal vez un poco de ira por el mismo, no pude evitar sentirme como él cuando me vio el alma con sus pupilas dilatadas, era suficiente para mí lo que vi, le lance una manzana que tenía, le golpeo en el brazo y el cayo, pero sonrió. Me sentí feliz por ese gesto. El hombre recogió la manzana y se movió con emoción hasta la fogata en donde el quedo mirando al fuego  con la misma pasión y sonrisa de un niño.

Yo no pare de observarlo, estaba inmerso en la manzana y el fuego que tenía enfrente, devorando con esfuerzo de mil hombres. Y yo, le veía.

Sé que fue grosero, pero mi curiosidad era más grande que cualquier otra cosa que hubiera podido manejar. Vi las citarices en su cuerpo, eran profundas y enfermizas, no eran limpias, eran gigantescas y groseras, limpias en menor medida, pero de procedencia dudosa.

No pude evitar preguntar, el hombre no lo tomo a mal y me vio alegremente, pareciendo a que esperaba que yo mismo le preguntara. Yo le conteste la sonrisa y el comenzó a hablar.

<< “Aquel dia que el sol azotaba mi pueblo”. >>

Dijo narrando con esa misma avidez y una voz agria de escuchar, yo me acomode cerca de una piedra para oírlo mejor.

<<Aquel dia que los vientos golpeaban con intensidad, fue aquella fecha en la que todos temieron, por aquello que jamás vieron. Imposibilitados a caminar bajo el cielo sin evitar quedar cegados nos encontrábamos, el intenso sol quemaba la piel, aun atreves de las nubes de polvo, todos permanecían en sus casas sin remedio, esperando la muerte. >>

La lengua se le secaba, rápidamente me incline y busque la poca agua que tenia, la deje rodar hasta que el la tomo, agradecido de mi hospitalidad ante mi fogata el hombre continuo hablando, y no se detuvo.

<< “Aquel dia” un hombre bajó de la fría región, tenía las ropas rotas, sus labios estaban secos y sus ojos se salían de sus orificios, todos temieron de él, pues los vientos y el sol desaparecieron cuando ese hombre llego>>

Yo lo vi cuando con mi madre estaba, oculto en mi casa viendo todo a través de mi ventana, pude verlo llegar y vi la arena desaparecer, los vientos detenerse, las nubes apartarse, los gritos cesar, solo hubo silencio mientras el camino de los cielos a la tierra, luego dios nos abandono. Yo vi sus ropas sucias desbaratarse poco antes de dios desapareciera, y aun cuando creí que lo que veía eran mentiras de mi alma me di cuenta de que no fui en único en verlo, ni tampoco el primero. Mis ojos no se aparataron, algunos corrieron con él, otros observaron atrás de sus puertas, asustados. Yo no tambalee, pero tenía miedo. Salí con cuidado de mi casa creyendo que la niebla jamás volvería, pero muy dentro de mi sabia que lo haría, me acerque con cuidado a ese hombre, lo vi a la distancia, era aterrador ese sentimiento, me acerque tanto, pero tanto que podía ver su rostro deshecho por las arrugas cubriendo su cara, la tierra envolviendo su piel, sus ojeras demolidas como pimienta, sus pocos cabellos blancos saltando como entre el cráneo saliente de su carne podrida apenas sirviente y sus ojos, acabados por esas mismas ojeras, dilatados por el dolor que su ver exponía y oscuros como la noche que había llegado, llenos de ese negro opaco que jamás logre olvidar. Pude ver su mirada vuelta enzima mío, una mirada llena de locura y dolor, igual de aterradora que su apariencia misma. Yo me aparte un poco, la gente a mi alrededor comenzó a verme, devastado por esa atención me volví débil, hubiera corrido como un cobarde. Como el cobarde que siempre fui. Apenas si le reconocí con esa apariencia deshecha. Lloro al verme. Yo solo sentí miedo.

Yo estaba impactado cuando todos a mí alrededor miraban, no pude dudar, no pude sentir esas emociones reales, aun cuando mi padre después de tanto tiempo había regresado.

Tuve un dolor en mí, no me dejo en paz, ese creer que la niebla volvería.

Y le cargue entre mis brazos aun en dolor. Y la gente huyo, no voltee, creí oír gritos atrás de mi, mis dientes rechinaban forzándome a seguir, me contuve cuando entre, lo deje en la mesa y cerré la puerta.

Respire tanto que parecía que jamás había respirado en mi vida, mi madre apareció de la cocina eh impactada comenzó a llorar, yo lo miraba ahí sin creerlo, un cuerpo inerte en la estancia de mi casa, fingiendo muerte al paso consciente de mi vista. Pasó tan rápido que me volvió loco solo pensarlo. Mire su cara sucia y destrozada nuevamente y era él. No me explicaba “porque” cuando lo vi de nuevo. Era el mi padre, desmayado dormido tal vez. Me senté en una silla y espere mientras la arena consumía mi pueblo con dolor. Paso mucho tiempo dormido, por suerte suya sobrevivió, y cuando despertó el me miro de nuevo con esos ojos, con sus ojos de locura que antes me habían mirado mostrándome lo asustado que se encontraba; se lanzo hacia mi saltando tan sorpresivamente, yo no me retire, me abrazo con tanta fuerza entonces que incluso yo me sentí conmovido, y le devolví el abrazo, ambos estábamos tomándonos con fuerza, mi madre nos vio de lejos, sonriendo y con lagrimas en los ojos, yo no pude evitar llorar igual que ella lo hizo, tener a mi padre en brazos me conmovió.

Dejamos las cosas como estaban, pretendiendo que no había pasado nada, pero mi padre había perdido la cordura, a lo largo del dia evitaba hablar y moverse, igual que un vegetal se quedaba estático, recuerdo haberlo sacado de la mesa y sentarlo en un sillón pues le costaba mucho moverse. Todo el dia permanecía ahí, sentado y mirando a la ventana, y a veces cuando su corazón parecía latir mas fuerte repetía frases cortas y absurdas, muchas veces parecían que no tenían sentido, yo pensaba que se había vuelto loco <<malditos los pensamientos que de mi salieron, pues el sol jamás volvió en mi tierra y maldita fue desde entonces, pues yo no caí solo en desgracia, mi pueblo murió aquel dia que la luz desapareció, porque la fría región consumió todo lo nuestro y nos dejo sin nada por lo que vivir>>. Los días próximos a la vuelta de mi padre se volvieron tétricos. La niebla se detuvo y la gente comenzó a salir de todos lados, aun temiendo de lo que ocurriera, pero nada paso al principio.

En aquellos momentos y por primera vez en tanto tiempo la gente volvía a salir, pero alto fue el costo.

Todo el pueblo iba de un lado a otro y rumores anduvieron sin pies, yo los oí porque oculto me encontraba en aquel lugar, la gente rumoraba de ese dia que por primera vez los vi juntos, yo que lo vi todo de frente pude haber negado todo lo que ellos hablaban, pero con qué voz si es que ellos nos llamaban brujos y nos tiraban por sucios bichos, se que pudieron haber sido peor aquellas palabras. Sin embargo me sentí traicionado por aquellos a los que tal vez con sus acciones me tendieron una mano en el pasado. Seguramente era porque esperaba más de ellos, pero mi mentira era la verdad que vivía en aquel pueblo, me engañe con eso y en mi rabieta me encerré junto a mi madre, apenas saliendo, oculto entre todos, pero ello no hizo más que alimentar sus maldiciones y el odio que con el tiempo comencé a sentir de ellos. Yo llore por las mentiras que nos condenaron, ellos sin embargo temieron mas no ver la luz que siempre nos ilumino.

Ese odio se hizo gradualmente más inmenso, mientras que mi padre se hundía en esa palabra que constantemente repetía, había días en los que solo lo miraba a él y a esos ojos dementes que odia ver en su rostro, reflejando aquello a lo que temía, mostrándome un poco de la inmensa tragedia que vivió, pero que no podía dejar de mirar, pensaba esos días en los que él habría vivido en ese lugar, en lo que habría soportado y lo que lo había dejado en ese estado de vegetal. No hubo dia en que no gritara de desesperación bajo mi silencio, estaba encerrado con mi conciencia rota buscando la verdad de lo que fue y de lo que habría sido. Mi madre me vio yendo de un lado a otro sin poder estar en un solo lugar de la casa, abandonando mi paz en vasos rotos, a veces iba a la cocina para ver por la ventana alado de la mesa, a veces salía para espiar las malas lenguas que de nosotros no paraban de hablar, a veces intentaba curar las heridas de mi padre, con tantos intentos fallidos me frustraba y siempre golpeaba algo cerca mío, tal vez asuste a mi padre algunas veces o tal vez a mi madre, yo no lo veía cuando mi conciencia se hundía en pozos profundos, pero siempre me rompió verlo ahí, sentado con esa mirada que llamaba a la locura, igual que cada palabra que salía de su boca, “Esa mirada” repetía, “esa horrible mirada” continuaba enseguida y poco antes de llorar,  yo no podía hacer nada, me sentía imposibilitado al no poder sacarlo de ese trance, me sentía como un simple observador de su desgracia, no lo soportaba. A veces él despertaba sin previo aviso e igual a un bebe golpeaba y saltaba, alardeando de esas horribles miradas.

La última noche que lo vi despertar así, yo mismo pude ver con horror como el se caía a pedazos, no solo su conciencia, su piel era lo poco que se quedaba adherida a los huesos, esos huecos que tenia por ojos cada vez se hundían mas y mas, sus venas parecían salirse de él saltando de sus brazos y piernas, su cabello cayéndose, y sus pies, jamás pudieron caminar el suelo frio que siempre pisaron firmemente, mi madre y yo lo vimos en esa silla postrado como un cadáver, repitiendo esas palabras secas —Esa mirada— decía cada que sus labios se movían, nos turbaba tanto que hubiera preferido no encontrarlo ese dia, que el sol jamás se hubiera ido, ni que las mentiras cayeran como avalanchas sobre nuestro hogar. Durante dos semanas pude verlo vivo junto a mí, luego de ese tiempo el murió. No fue una despedida dramática, comíamos lo poco que teníamos de pan en nuestra casa y un poco de vino que guardábamos, apenas si probo bocado, él cayo de la silla y ambos —mi madre y yo— supimos que había ocurrido, no nos demoramos en preparar las cosas, yo tenía una pala cerca de mi cama que había conseguido para esta ocasión, fue difícil pero supuse que lo valía. Pronto comencé a cavar una tumba atrás de mi casa, lo hice de noche pues no quería que nadie me observara hacerlo, temía de las malas lenguas y una tumba tras de mi casa no era algo bien visto por cualquiera de aquí cerca, supongo que en cualquier lugar hubiera sido igual.

Termine muy pronto la tumba y enterré a mi padre, mi fría cara me asustaba, era una horripilante escena para mi, por eso mantenía. —Me mantuve escéptico—. Pero en el fondo me aterraba lo que hacía, volví a mi casa, y enseguida vi a mi madre, ninguno de los dos dijo algo, mantuvimos distancias y luego nos alejamos mas, a pesar de que la casa era pequeña hacíamos lo posible para no hablar, creo que me aleje mucho de mi madre esos días, el recuerdo es distante para mi, ahora apenas si la recuerdo. En muchas ocasiones salí, oculto, usaba una larga manta oscura que cubría mi rostro, era igual a una capa. La gente no sospechaba en mi pequeño pueblo, cosa extraña en verdad, fueron menos de un par de semanas las que pase así, huyendo de mi casa y de mi madre, la deje sola durante esos difíciles días, no puedo evitar sentirme culpable por aquello que hice, fue desesperante, mientras me hundía y me llevaba a mi madre conmigo.

Aquellos días “que el sol se apago”, vi de cerca como el pueblo se volvía loco por la muerte que rondaba en las calles, iba sin rumbo, tomando todo lo que deseaba y sin pagar por ello, la gente desesperada no dejaba de llamarnos brujos, no se percataron de la ausencia de mi padre, el origen de aquel mal que trajo la ruina, pero los llantos siguieron sin pies ni cabeza, andando con lujuria y gula, señalando y apuntando sin cansancio. Yo seguía distante esos días, y ese dia en que el niño bajo de la fría región todo se volvió realmente oscuro.

Le vi llegar desde mi ventana y bajo desde la montaña, el no tenia manos, tomadas y remplazadas por palos que atravesaban sus brazos ensangrentados, atados con los trapos rotos de una camisa, el pueblo le observaba avanzar por la tierra hasta caer. Aun cuando el niño no parecía tener más de ocho años ellos observaron sin hacer decir ni hacer nada.

Cayó enfrente de mi casa, tirado, inerte y sin vida, yo lo vi con tristeza, pero no pude moverme, la oscuridad de la noche eterna me volvió frágil esos días, solo observaba como todos. Y sin que me diera cuenta mi madre salió, corrió  a la puerta y desesperada fue a donde estaba él. Horribles imágenes se volvieron una escena real ante mis ojos. Pude sentir las miradas cuando el niño se movió en manos de mi madre, todos nos veían y nos hacían en fuego ardiente de hoguera, escuchaba sus voces en mi cabeza, gritándonos — ¡Brujos! ¡Brujos! —. Mi madre cargo al niño en sus brazos y lo llevo hasta la puerta de nuestra casa, la cual el viento había cerrado por una ventana abierta. Yo la abrí,  asustado me encontraba, la vi con el niño en brazos y susurrando me dijo —Esta muerto— su rostro tenia compasión y ternura, contrastaba con eso que en brazos cargaba, me aterro la idea de también perder a mi madre en la locura, la detuve en seco, su sonrisa desbarataba polvo en el aire, había emoción en ella y a la vez era la misma mirada que antes había visto en mi padre, hice que tirara el cuerpo como un reflejo inconsciente, la golpee con un fuerte manotazo y dejo caer a ese niño en nuestro suelo santo, su rostro estaba pálido, reflejaba dolor. Ambos nos miramos antes de que ella saliera de la casa llorando por el pequeño con el cuello torcido, baje la mirada y vi sus manos, las ramas no habían caído. Tan solo era un niño, de tez blanca, ropa desgastada y ojos cristalinos, de verdad parecía muerto, lo levante y lo lleve al jardín. Use la pala y le enterré alado de mi padre, no podía dejar de ver el cielo cada vez que usaba la pala para sacar otro gramo de tierra, el cielo era oscuro pero parecía brillante con todas esas estrellas, vi ambas tumbas enfrente mío, ambas con cruces de madera, había olvidado su significado. Vi las tumbas por mucho tiempo, esperando, recargado en la pala, era soledad la que oía, era lo que sentía alrededor mío, me asustaba el sentimiento, tal vez esperaba algo, un remate, un final, algo que me dijera que esto se había acabado, pero el resto de la semana estuve solo, espere ese final sin que llegara, ese fin que me viera y me dijera que todo estaría bien, soñé despierto fingiendo felicidad para salvar mi propia cordura, mi casa se volvió mi cárcel y mi vida mi tumba.

Espere tanto tiempo que me canse, mi madre no volvió, fue terrible mi angustia, a veces despertaba a mitad de mi sueño e iba a la puerta, creía que vería a mi madre esperando afuera, o por lo menos su cadáver, solo quería volver a verla una última vez, pero desee en vano.

Todos los días que despertaba veía mi capa colgada en la pared, esperando a ser llevada por mis hombros, pero mi mente se llenaba de preguntas, y al volverla a mirar desertaba nuevamente, mis manos muchas veces se llenaron de migajas y de polvo, esos días el pan escaseo en mi hogar y mis preocupaciones no pararon de crecer desde entonces, siempre mirando la capa colgada en mi pared, mi mundo se redujo en dormir y desertar de salir, de comer panes podridos y migajas sueltas, me volví sumiso ante todo placer y mi mano fue mi mejor compañera aquellos días y siempre al terminar pensaba en mi madre. El peligro que significaba y el dolor que estaría pasando  —la noche eterna helaba el invierno, y el sol habría vuelto a pesar de todo, decían los más ancianos, mi madre no sobrevivirá antes de eso— me repetía siempre,  pero que eran mis supersticiones más que eso, simples dolores de una mente dañada, para la quinta noche falsa tras la llegada del niño yo no dormí, por primera vez en semanas no pude dormir, el recuerdo de ella, la mirada de mi madre y el morir de ese niño por fin pudieron conmigo, no pude cerrar los ojos esa falsa noche, mi cuerpo yacía inerte en el duro suelo, cubierto con trapos, me sentía protegido por ellos, pero no eran suficientes, quería mas. Quise levantarme pero mi cuerpo estaba muerto, mis brazos no respondían ni tampoco lo hacían mis piernas, yo estaba ahí, pero mi mente era distante, era vacio inmenso, cubierto de una capa de nada. Mi cuerpo estaba recostado pero mi mente no, pude ver la noche eterna transcurrir no se cuanto tiempo, era tanta oscuridad y pesadez en mis ojos, llenos de pereza y moviéndose con desesperación, no podía levantarme, lo intente no se por cuanto, no pude aceptarlo y no lo deje de intentar durante esas horas, sentí miedo que comía mi esencia, revelaba mis sentimientos a mí mismo y temblaba, pero no pasaba nada, ¿cuando fue que vi esa silueta moverse? —Esos ojos demoniacos— observándome el alma, aquello no dejaba de hacerlo, la mirada de mi padre no se comparaba con el horror que mi vista pudo contemplar, “Aquello que la fría región me mostro” era lo mismo que había visto mi padre, esa frívola mirada, llena de sangre y vacía de culpa. “Aquel momento en que mi mirada se cruzo” fue que me olvide de mi madre, de mi padre y de ese niño, aun que una idea no dejo mi mente, —Quiero vivir—. Mi determinación fue débil y me paralice en el suelo, seguí recostado y no me levante, quede ahí viendo esa mirada por horas, enloqueciendo con cada minuto que esos ojos me miraron, ese vacío que sentí, igual a la nada que me veía a los ojos, esa oscura sensación de no poder hacer me domino, me veía a mi mismo en la existencia que habitaba siendo devorado por ella, y creo que fue solo un momento, un ligero momento en el que acepte mi muerte, luego de eso no recuerdo que paso con esa mirada, esa primera vez que la vi, tal vez fue una pesadilla que me perturbo la mente, una imagen que me mostro mis miedos turbados, mares calientes, inmensos y ardientes, me apremiaron la mente, una aguja que no pude sacarme, esa mirada fue eso mismo, la muerte de mi cordura que vería decaer.

No desperté esa noche, solo abrí los ojos y como una pesadilla mi verdad congenio con mi moribundo dolor, mire a mi ventana, y oí los gritos de mi madre, era una ilusión de mi cabeza, ahí afuera no había nadie. Y así fueron los siguientes días, las migajas de pan supieron más dulces y las sobras podridas fueron manjares, siempre escuchando esos gritos en mi cabeza, la voz de mi madre aullando igual que un lobo lo haría a la luna, igual al sonar de los grillos, siempre constante, sin pausas que me dejaran descansar, un majestuoso grito que aprecie pronto como la música que endulzaba mis oídos.

Días constantes de una sociedad muerta se volvieron natural, siempre viendo por mi ventana, la gente vivía del caos que proclamaban vida, sobrevivían de esas prácticas inmundas que por mucho les hicieron cada vez mas fríos, los amigos se traicionaban por la espalda y las familias se abandonaban, las niñas eran robadas y los hombres asesinados en sus propias casas, nosotros los culpables de sus males ya no estábamos, por mucho tiempo que viví solo, pareció que la casa se había abandonado y esto me hacía sentir feliz, porque las malas lenguas se detuvieron, pero el costo jamás fue menor, nunca lo fue y no lo será. El pueblo comenzó a fallecer en sus males, y yo vi como esto sucedió tras de mi ventana, yo reía con brusquedad, no pude evitar sentirme feliz, por aquellos a quienes me había hecho el mal, por quienes murieron primero, ellos los que murieron por un ladronzuelo, por algún demente o alocado hombre, o por sus propias esposas hartas de una vida de violencia, un final para todos ellos que sin gracia termino con sus vidas, yo vi la mayoría de muertes en esos días de constante caos, observe todo eso que a cualquier hombre habrían vuelto loco, la sangre y la matanza, el dolor que rompía en fuego desgraciado y con una pala enorme me alistaba para lo que venía, yo en cambio estaba inmerso en mi propia felicidad, la negué muchas veces en mi cabeza, pero la sentía, no era una mentira lo que mi corazón sentía, disfrute ver como a esos perros del pueblo los asesinaban uno por uno y de ser por mi disfrutaría sus muertes de nuevo, una y otra vez sin cansancio, porque no importa cuánto pase, se lo que sentí.

Fueron tiempos oscuros para todos, pero había paz en lo que tenia, en eso que aun me quedaba, las cosas que a lo lejos estaban de mi vista eran diferentes casi siempre, cambiando y disfrazándose en frente mío, de los recuerdos mundanos que apenas si creía que eran mi pasado, el caos del pueblo fue mi amigo durante esos días de alarmantes alaridos y retorcidos hombres asesinando y matando, asesinando y matando, asesinando y matando, rompiendo mi fe de lo poco que sentía aun, cuando entre esos gritos el caos me traiciono, me abandono en mi soledad, vi a mi madre, los aullidos dejaron de ser música y horribles imágenes se volvieron una realidad, entre los escombros de las casas de madera frágil y entre la muchedumbre escuche los gritos, eso gritos. Una luz ilumino mi rostro y desde mi puerta vi a mi madre atada a un gran tronco, gritando desesperanzadoras palabras y todos alrededor de ella abucheaban y rodeada de maderas viejas y secas y su rostro, mi madre no tenía miedo, solo odio. Gritaba tanto que no paraba, no entendía, pero la paz de su rostro me que decía algo, y sabía que estaría bien, todos alrededor seguían alardeando cosas que no entendía, mire felizmente a mi madre, gritaba y era hermosa. Apenas vi cuando un hombre se le acerco con la antorcha en las mano, quise evitarlo y corrí, grite maldiciones también como ellos pero no salí. Lo vi a él acerarse con una antorcha y quemar con el fuego la madera que estaba a los pies de mi madre, el fuego creció inmenso, la gente gritaba cosas que no entendía, solo eran gritos y ruidos que me perturbaba oír, yo también gritaba sobre el fuego que vi arder, recuerdo lo que sentí y como la rabia me domino, fuego que le purifico como las leyendas contaron alguna vez, ardiente que brillaba como el sol, incandescente y abrazador, veía y no entendía por qué mi madre también gritaba, ojala no hubiera sido tan inocente, todos los hombres gritaban a su alrededor, el jubilo festejaba con sonrisas malditas que dibujaba en sus rostros ardor creciente de una llama que se negaban a apagar. Corrí y salí por mi puerta alardeando, tenía la pala en mis manos, la misma que use para enterrar a mi padre, ahora la usaba para defender a mi madre, ironía pura, no creí que fuera así como terminara, creí que habría mas después de eso pero corrí, con la muerte mis manos asesine sin compasión solamente para salvar a quien creí que podría salvar, es absurdo pensarlo, pero creo que era inevitable, el fuego estaba ahí, tan grande e imponente como un dios, y como uno el tampoco tuvo compasión. Mi madre murió incendiada ese dia y yo mismo sostuve su cadáver en mis manos, calcinado por completo tal cual carbón, llore sin remedio y solo hui, deje tirado el cuerpo de esa bella mujer mientras el fuego empezó a consumirlo todo, todo el pueblo ardió, pero esta vez no hubo jubilo, solo horror por lo que fue y lo que seguirá siento , hubo muertes por montón y nadie huyo, prefirieron morir ahí desolados, lo vi desde las montañas, los vi caer a todos y en el fuego pude ver también esa mirada, esa terrible mirada que volvió loco a mi padre. También me miro a mí, esos ojos rojos que penetraron en mi alma estaban en medio la llamas abrazadoras, mirando todo con orgullo, la figura gigantesca que me miro aun puedo verla cuando duermo, mirándome apenas con una pisca de su rencor, entendí en ese momento porque mi padre se volvió loco, yo no lo soporte, solo hui y ese monstruo jamás me atrapo, tan solo fue una ilusión mas, algo que termino con mi vida, algo que no hubiera podido detener, jamás, solo en mi lecho me arrepiento de mi ignorancia pero solo soy un hombre mas, ¿que habría hecho si el monstruo de allá hubiera acabado conmigo? no lo sé, yo solo imagino.>>

Ese hombre se detuvo por bastante, miro al fuego todo el tiempo que pudo y paso así tanto tiempo,  mirando mi hoguera, quien sabe que cosas habrá visto entonces, sentado en el suelo observo la llama que tenía enfrente, luego de eso el cayo inerte en el suelo, no supe porque, pero sabía que habría muerto, paso la noche mientras le enterré, como hizo con su padre y con aquel joven niño y mientras lo hacía no dejaba de pensar en su historia, un hombre que tal vez habría sufrido más que lo que yo me hubiera pensado, dolores inimaginables de locura y horror, no lo sé, el sufrimiento es cosa un tanto compleja, que cuando le veo su tumba solo puedo pensar en que dios nos ha abandonado, o tal vez no, tal vez dios ya ha muerto.



miércoles, 1 de septiembre de 2021

Venganza historia (reescritura Wattpad)

 Como ya les había comentado en algun momento dado, quise reescribir algunas historias de mi pasado. sinceramente no encontré forma real de pasar mi visión que tuve en aquellos momentos a un escrito más actual, una visión simple realmente, aun ahora cuando leo varias de estas me siento atraído a reescribir pero no me es sencillo, sin duda creo que tardare mas de lo debido, pero hare mi mayor esfuerzo.

Por ahora solo puedo mostrar una pequeña parte de este trabajo, se que no es mucho pero espero que puedan disfrutar de las palabras que ahora eh decidido para esta historia.

Por ahora me despido, espero tengan un excelente día.

La niña y la muerte (venganza) - Neil Poe

La niña y la muerte/ 1956 Cordelia Urueta CDMX | Pintora mexicana, Arte,  Artistas


lunes, 5 de abril de 2021

Nuevas historias

Hace no mucho tiempo había publicado sobre querer reescribir mis historias viejas xD

Se que tal vez tarde un poco en hacer esto pero realmente no me resulto fácil reinventar o rehacer algunas historias, hasta ahora llevo solo una hecha y hasta apenas es un poco comparado con lo que escribí en su momento jeje, y se que aun que ya habían solicitado alguna en su momento realmente esa historia no es mía y me parecería grosero reescribir algo que no es mío xD así que estaré reescribiendo algunas historias en viceversa, las que pueda recrear mi creatividad y las que no las dejare ahí para que al menos se puedan reír con mi increíble redacción de hace 5 años jajaja  

dicho esto dejare el link de mi perfil de Wattpad en donde estaré publicando estas historias y relatos u.u

Neil Poe (@NeilPoe) - Wattpad

ya para terminar quiero decir que también estaré publicando algunas historias nuevas y a quien le interesen son bienvenidos.

Sin mas dilación esto seria todo por esta publicación y algo que quería mencionar, cosa que me pareció graciosa xD es que aun que fuera un chiste en su momento sobre los 2 fans fue chistoso que solo comentaran 2 personas jaja, esas dos personas tienen mi aprecio, se los agradezco mucho uwu

Ahora si me despido.